Y pasó un día más sin novedades de Magui. Carlos y Pedro, muy preocupados la buscaban por todas partes junto a la policía.
Magui seguía en esa habitación. Ya sabía del hombre que la atendía, era Sebastián. El la cuidada, trataba de ser lo más amable posible, seguía las ordenes de su padre, según lo que había escuchado Magui. Ella le preguntaba que había hecho su padre para merecer esto, pero Sebastián no le daba detalles, era un misterio. Solo le contaba que había pasado hace mucho tiempo y que su padre siempre quiso vengarse por ello.
Ella estaba con miedo, no sabía lo que le iba a pasar. Todas las noches quedaba sola, no dormía por el susto que tenía. Se preguntaba cuando la iban a sacar de allí y que podría haber llegado a hacer su padre. Una tarde, Sebastián no llego con buena cara como todos los otros días. Su rostro delataba tristeza y preocupación. Entablaron una linda charla con Magui, en la que se divirtieron y pasaron un buen rato. Desde ahí Magui lo vio con otros ojos, entendió que no era él quien quería secuestrarla, sino su padre, y a pesar de haberlo escuchado antes ella esta vez los emprendió y lo creyó totalmente. Sebastián tenía buenas intenciones y valiosos motivos.
📷Carlos ya no sabía cómo buscar, no había más pistas. El celular de Magui había sido desconectado hacia días, por lo que no podían rastrearla. Al quinto día, llego a su casa otro sobre. Desesperado fue a abrirlo. Este contenía una nota que decía el motivo de su secuestro…
Por Lola Petri y Candela Sahade
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