Cuando despertó observo el lugar donde se encontraba. Era un lugar terrorífico, una pieza oscura sin ventanas ni ventilación. Estaba sola, atada a una cama, el único objeto de la habitación. Había perdido la noción del tiempo, no sabía qué hora era, ni siquiera si era de día o de noche.
Luego de un rato, por una delgada puerta entro un hombre, era joven y atractivo, tenía cabello morocho y ojos de color miel. Traía una bandeja con comida y agua, para que Magui pueda alimentarse. Amablemente le comentó que la tenían raptada hacia tres días, y que esto terminaría cuando su padre pague por lo que hizo.
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Por otro lado, el padre de Magui estaba desesperado, no la encontraba por ninguna parte. El sábado 9 de agosto Carlos recibió una llamada desconocida advirtiéndole que tenían a su hija y que para recuperarla sana y salva debería seguir con ciertas condiciones. Él sin dudarlo aceptó la propuesta, aún sin saber nada de ella.
Carlos pasó todo ese día intentando descifrar quien era el secuestrador y porqué motivo tendrían a su hija. Tenía muchos enemigos, por lo que le costaba averiguar quién era.
Al rato, sonó el timbre de su casa, al abrir la puerta se encontró con un sobre, el cual llevaba el nombre de Carlos y contenía una foto de Magui esposada. Carlos se quedó paralizado, no sabía que hacer…
Por Lola Petri y Candela Sahade
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